Fue ayer por la tarde en la seccional General Rodríguez. El acto contó con la presencia de Mirta Pache, esposa de Pedro Antonio Juárez, secretario General de la seccional Córdoba, detenido desaparecido en 1976. Una jornada emotiva en la que el Día del Trabajador Lechero se tiño de memoria.
Este lunes por la tarde, 10 de septiembre – Día del Trabajador de la Industria Lechera-, se inauguró en la seccional de Atilra General Rodríguez un Espacio de la Memoria, en homenaje a los trabajadores lecheros detenidos desaparecidos durante la última dictadura cívico militar en Argentina.
La jornada se había comenzado a organizar semanas atrás por la comisión de Derechos Humanos del Sindicato, conformada por Eduardo Tula, Martín Correa, Darío Motivero, y Andrea Herrera, con el acompañamiento del área de Derechos Humanos de la Corriente Federal de Trabajadores.
El domingo por la tarde noche Lucho Galo, el muralista, terminaba de dar las ultimas pinceladas en la estructura que fue diseñada por Mauricio Ríos, y que se erige desde este momento en la casa de los trabajadores lecheros rodriguenses.
A las 16 horas del día de ayer estaba todo listo, desde entonces, junto con los delgados de las comisiones internas de Mastellone Hnos. y Logística La Serenísima, los militantes de la Juventud de Atilra, y representantes de las seccionales de Trenque Lauquen, Cañuelas, y Preventistas, de Atilra, llegaron masivamente los convocados, entre ellos referentes y militantes de diferentes organizaciones sociales, políticas y sindicales hermanas.
Luego de la presentación formal y la lectura de adhesiones, Susana Ure realizó la lectura del documento que argumentaría y contextualizaría este hecho histórico.
En el mismo remarcó, entre otras cosas, que no hay que olvidar que la verdadera razón del golpe cívico militar de marzo del 76 fue “dejar al movimiento obrero sin dirigencia, sin militancia, encarcelado, desaparecido, asesinado, exiliado, desarticulado, para cambiar sin resistencias la estructura económica del país”, que nuevamente hoy se quiere imponer un proyecto “Pro-capital financiero, que somete al pueblo a un ajuste brutal” y que “necesita borrar las huellas de nuestra identidad, de nuestra cultura, de nuestra historia de resistencia” para poder avanzar.
Por eso es importante, indicó Ure, que nos opongamos “con todas nuestras fuerzas al proyecto neoliberal que la antipatria nos impone”, que es la mejor manera de reivindicar la lucha de los compañeros recordados.
Luego Eduardo Tula, con el acompañamiento de los acordes de Martín Durañona, recitó un poema escrito por el mismo para la ocasión, “Pasos encontrados”.
Posteriormente se dio lugar al destape del espacio que lleva las placas con los nombres de Pedro Antonio Juárez, Pablo Daniel Ortman, Claudio Humberto Nardini, Raúl Antonio Cassol, Oscar José Dominici y Juan Carlos Galván, de la Comisión Interna de Delegados de Sancor Córdoba. Fue uno de los momentos más emotivos de la jornada, en el que no faltaron los interminables abrazos y las lágrimas.
Heber Ríos, Secretario de la Seccional General Rodríguez, Secretario Gremial del Consejo Nacional de Atilra, y referente de la Juventud de la Corriente Federal de Trabajadores, dio la bienvenida y agradeció a los presentes.
“Esta iniciativa tiene que ver con alzar la banderas de nuestros compañeros detenidos desaparecidos. Y lo hacemos, porque tenemos bien en claro cuál es nuestra historia, cuáles son nuestras raíces. No somos desclasados, somos trabajadores y vamos a morir siendo trabajadores. Esta era una cuenta que teníamos pendiente con los compañeros que soñaron con un país mejor, un país más inclusivo, un país con derechos para los trabajadores. En la actualidad el gobierno trata de que sus historias sean olvidadas, pero con este tipo de iniciativas les estamos diciendo que tenemos memoria, que tenemos en claro de dónde venimos y que es lo que tenemos que hacer” afirmó el dirigente.
Seguidamente fue el turno de hablar de la compañera Mirta Pache, esposa de Pedro Antonio Juárez, secretario General de la seccional Córdoba, detenido desaparecido en 1976.
Pache indicó la emoción que le suponía estar en el acto, relató además la historia de lucha de los trabajadores de SanCor, pero hizo especial hincapié en la continuidad que los militantes en la actualidad tienen la responsabilidad de llevar adelante para enfrentar al modelo neoliberal impuesto por el gobierno de Cambiemos.
“Cuando estamos viendo semejante salvajada estamos viendo qué futuro tienen pergeñado para nosotros, que futuro tienen planeado para nosotros”, “Piensen en la solidaridad, en contenerse, en abrazarse, en sentir que esta el otro al lado nuestro. Y a no decaer, y si por ahí un dirigente nos dice –Che compañero hay que salir a dar pelea- no vayan a estar escatimando por el presentismo, o las horas extras, porque compañeros está en juego la vida de nuestros hijos, nuestros nietos, está en juego todo”, expresó.
Para darle un cierre más emotivo aún, con la potencia de la Banda de Atilra de fondo, Ure relató un poema de su autoría, “MEMORIA Y BOMBO. La memoria, la lucha y los sonidos”.
HISTORIAS DE LUCHA
La jornada era acompañada por personas que llevan marcadas a fuego historias de vida y lucha que merecen ser recordadas y que aquí rescatamos de forma breve.
La de Mirta Pache y su esposo Pedro Antonio Juárez; la de la oradora del acto, Susana Ure, y sus esposo Victor Hugo Kein, y la del compañero Víctor Correa, que cocino cientos de tortas fritas para todos los presentes.
Mirta Pache | Pedro Antonio Juárez
El 15 de junio de 1976 una patota irrumpió con violencia en la casa de Pedro Juárez, secretario general de la Seccional ATILRA Córdoba.
Vivía con su esposa, Mirta Pache, que trabajaba en la biblioteca del sindicato, y sus 2 hijos. “Quedate tranquila que yo estoy bien. Te amo” fue lo último que Pache escucho de su compañero de vida. Estaban sentados en la cama, su bebe lloraba en el moisés.
La patota no solo se llevó a Pedro, hicieron lo mismo con el hermano de Mirta, Humberto Pache, un militante trabajador zapatero.
A partir de ese momento, comenzó el calvario. Mirta recurrió a las autoridades de la iglesia, y la policía, los primeros se la sacaron de encima, los segundos le sugirieron que Pedro y Humberto podrían estar viviendo en el exterior o que fueron asesinados por sus propios compañeros.
Posteriormente llegaría el embargo sobre sus pertenencias. El domicilio de la familia Juárez estaba ubicado en el barrio Ampliación Palmar, que para 1976, era habitado principalmente por trabajadores de SANCOR, a los cuales se les había otorgado las viviendas mediante un crédito del Banco Hipotecario. Pero después del golpe, las autoridades de facto decidieron reasignarlas, la casa de los Juárez había sido prometida a la hija de un militar. Mirta, a pesar de haber sufrido intimidaciones y hasta el secuestro temporal de sus dos hijos, fue a juicio contra el Banco, y en 1979 logró que la justicia la reconociera como legítima propietaria. No todos los habitantes del barrio tuvieron la misma suerte. Gran parte de las casas quedaron en manos de militares o sus parientes. Hasta la propia plaza del barrio lleva el nombre de un gendarme del genocidio.
Toda la comisión interna del gremio en SANCOR fue paulatinamente detenida y desaparecida. Además de Antonio Pedro Juárez, también fueron desaparecidos sus compañeros Claudio Roberto Nardini, Jose Oscar Dominici, Juan Carlos Galván, Pablo Daniel Ortman y Raúl Antonio Cassol. Actualmente una placa recuerda sus nombres en la entrada de la planta.
Susana Ure | Víctor Hugo Kein | Arturo Garín
Susana Ure es la esposa de Víctor Hugo Kein, quien por su actuación en la resistencia a las dictaduras de Onganía, Levingston y Lanusse, fue detenido y torturado en 1971, y estuvo preso hasta que fue liberado por amnistía en el gobierno de Héctor J. Cámpora el 25 de mayo de 1973, año en el que se fue a vivir a Mar del Plata.
El 20 de febrero de 1974 Ure y Kein se casaron y comenzaron a vivir juntos. Klein continuó en la ciudad balnearia con su militancia política. En los primeros meses de 1975, comenzó además a trabajar en una Empresa Constructora marplatense.
El 11 de junio de ese año, alrededor de las dos de la tarde se dirigió al estudio de Toti Barilaro, en el décimo piso de Rivadavia 2671. Tenía que terminar un trabajo y le había pedido a su amigo que le permitiera usar su tablero.
Entre las 6 y las 7 de la tarde, luego de su jornada laboral, Susana Ure fue a visitarlo. Sin que lo advirtieran varios autos montaban guardia en las cercanías.
“Me quedé charlando y tomando mate, hasta que le dije a Hugo de irnos a casa. Me dijo que no, que se iba a quedar hasta terminar el trabajo para poder entregarlo al día siguiente” recuerda Susana, que estaba embarazada de siete meses, se despidió de su marido y se fue caminando porque vivían cerca del lugar.
A la 1 de la mañana, mientras Ure dormía, una patota entró al edificio, allí encontraron a Kein, con un joven estudiante. Ambos fueron reducidos a la fuerza.
Susana se despertó alrededor de las 8 de la mañana, preocupada por la ausencia del “El Flaco”, como le decían. Decidió ir a buscarlo al estudio donde lo había visto por última vez. Cuando llegó vió que todo estaba revuelto, tirado, destrozado. No había nadie.
El cadáver de Víctor Hugo Kein, con más de treinta balazos y signos de tortura, apareció esa madrugada, en un descampado detrás de Parque Camet. El del joven que estaba con él, Jorge Del Arco, también fue encontrado acribillado y con las manos quemadas, sobre la ruta 226, que une Mar del Plata con Balcarce.
Luego se supo que habían sido víctimas de la ultraderechista Concentración Nacional Universitaria (CNU) amparada por el estado.
Pero el calvario tampoco terminó ahí para Susana, su segunda pareja, Arturo el «Gaucho» Garín, también fue secuestrado.
Garín era Oriundo de Pringles, provincia de Buenos Aires. Termina en La Plata la escuela secundaria. Dicen que andaba siempre con su poncho rojo defendiendo las ideas revisionistas de la historia argentina, por ello sus compañeros le habrían puesto de apodo “El Gaucho”.
Fue Delegado gremial en Propulsora Siderúrgica de Ensenada, peronista, y activista montonero, e integrante de la JTP y de la Coordinadora de Comisiones Internas y Delegados en Lucha de La Plata, Berisso y Ensenada que protagonizaron el “Rodrigazo”.
Fue además Secretario General de la Confederación General del Trabajo en la Resistencia (CGT-R) contra la dictadura militar, conjuntamente con compañeros del SMATA Córdoba, UOM de Villa Constitución y FOTIA de Tucumán. Todos se reunían en una carpintería en la que aparentaban trabajar como operarios.
Fue detenido en la Estación Retiro cuando intentaba partir hacia Rosario para organizar allí la lucha gremial.
A pesar de estar fuertemente golpeado lo mandan directamente al cuarto de tortura e intentan reanimarlo pero sin éxito. Está así un día hasta que, para sorpresa de todos, habría agarrado un cuchillo y partido en busca de la salida. Lo recapturaron pero al menos ganó el tiempo que necesitaba para que ninguno de sus compañeros cayera en los encuentro programados. Dicen que ni aun torturado nunca se “quebró”.
Sigue desaparecido. La última vez que fue visto con vida fue allí, en el centro de detención clandestino Garages Azopardo.
Víctor Correa
Víctor Correa, militante sindical sanjuanino, fue detenido junto a otros compañeros en noviembre de 1975. Desde entonces permaneció en cautiverio en un sitio que identificó como el Regimiento de Infantería 22, donde fue torturado.
Luego pasó al Penal de Chimbas, cárcel en la que compartió el Pabellón N° 6 con el ex mandatario sanjuanino José Luis Gioja y otros setenta presos políticos.
Más tarde fue trasladado a la Unidad Nº 9 de La Plata y a la cárcel de Caseros, en la ciudad de Buenos Aires. Finalmente, el 19 de octubre de ese año pudo exiliarse en Francia con la ayuda de la Asociación Argentina de Actores.
Los años en el extranjero no interrumpieron su militancia, desde allí continuó denunciando los crímenes de la dictadura.
Regresó a la Argentina de forma clandestina en 1982, cuando se instala en Lujan, ciudad donde continúa militando activamente.
Hace poco tiempo, se estrenó un documental sobre lo que tuvo que vivir, “Víctor correa, el panadero de la bicicleta”, además con distintos materiales de archivo que contribuyen a recrear el clima de época y los capítulos más destacados de la historia del Peronismo.
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