El día 20 de octubre de 2010, fue asesinado, Mariano Ferreyra. El crimen sucedió en el marco de una jornada de protesta en apoyo de trabajadores despedidos de distintas empresas que prestaban servicios para la de Unidad de Gestión Operativa Ferroviaria de Emergencia (UGOFE).
[dropcap style=’box’]M[/dropcap]ilitantes de diferentes organizaciones llevaron adelante esta jornada de lucha, que no solo tenía por objeto ir en favor de los trabajadores, sino además manifestarse contra las empresas y contra una burocrática y corrompida dirigencia sindical.
La jornada del día 20 se inició cuando aproximadamente a las 11 de la mañana, antes de que los manifestantes pudieran ocupar las vías del Ferrocarril General Roca a la altura de la estación Avellaneda, un grupo de “empleados” a quienes se vinculó con una organización sindical se los impidió. A partir de este primer encuentro, la infantería de la Policía Bonaerense custodió el avance de los manifestantes por calles linderas a las vías hacia la ciudad de Buenos Aires. Mientras esto sucedía el grupo de sindicalistas continuó insultando a los trabajadores tercerizados. Esto con la compañía de la división Roca de la Policía Federal.
Luego de estos sucesos cargados de tanta tensión, los militantes que se manifestaban decidieron retirarse. Mientras abandonaban el lugar, el grupo agresor con supuesta relación al sindicato, entre los que se encontraban barrabravas de distintos clubes de fútbol (alrededor de unas 100 personas) descendió del terraplén y se dirigió hacia ellos. Las fuerzas Federales habrían liberado la zona para que pudieran actuar con total impunidad.
Aproximadamente a las 13.40 horas el grupo atacante avanzó contra los manifestantes que se estaban retirando, y el móvil de C5N fue acorralado por unas diez personas que los llevaron hacia la cabecera de la empresa de transporte Chevallier, obligándolos a que dejaran de filmar lo que estaba ocurriendo. Ya que la presencia de estos podía poner en evidencia a los agresores.
Mientras el grupo agresor continuaba arrojando elementos contundentes contra los manifestantes, efectuaron también repetidos disparos. Como consecuencia de ello, el joven de 23 años Mariano Ferreyra murió, mientras que otros recibieron graves heridas, como fue el caso de Elsa Rodríguez, Nelson Aguirre y Ariel Benjamín Pintos.
Estos hechos cobraron relevancia, no solo por la gravedad del crimen y de la agresión contra los jóvenes militantes, sino porque además sucedieron en democracia, y en el marco de un intento, por parte de quienes presidian el manejo del Estado, de que este tipo de hechos no se dieran nunca más en nuestro país.
Hoy, a seis años de los hechos de octubre del 2010, la realidad que avizoramos es muy distinta. El manejo y control del Estado, por una fuerza política, que considera a la represión como la forma de disuasión y control de toda manifestación popular, abre la perspectiva hacia un futuro en el cual la represión será moneda corriente. En el 2010 la orden de no participar en hechos de violencia, era clara, y toda participación por parte de fuerzas estatales en actos de violencia era desautorizada y condenada por el poder ejecutivo nacional.
Hoy sucede todo lo contrario. La demonización permanente de cualquier tipo de protesta por parte del aparato mediático paraestatal, sumado a la intensa campaña de despolitización que se intenta impulsar, dan el marco apropiado, para que sin que haya una orden directa, se dé rienda libre a cualquier forma de represión, estatal o no.
Esta nueva realidad responde a un solo propósito, vinculado directamente a la naturaleza del modelo económico vigente actual. Quienes creemos tener la posibilidad de poder comprender su alcance y profundidad, entendemos claramente que este modelo no se puede aplicar sin represión.
Las manifestaciones de protesta social crecerán y en ellas los que menos tienen volverán a poner el cuerpo en contra de la injusticia social.