El 9 de julio de 1816, se declaro formalmente la independencia de los territorios que comprendían a las Provincias Unidas del Río de la Plata de la metrópolis Española. El lugar elegido fue en la actual provincia de Tucumán. Aquella declaración no significaba solamente, pronunciar nuestra independencia formalmente, también buscaba la independencia de toda una región.
[dropcap style=’box’]E[/dropcap]l 9 de Julio evoca la jornada en que un grupo de representantes de las Provincias Unidas confirmó en una declaración su intención de poner fin a siglos de dominio colonial español y a cualquier tipo de dominación extranjera. La declaración de la independencia fue un acto soberano y colectivo. El histórico Congreso de Tucumán reunió a numerosos diputados, que sesionaron y debatieron día a día durante varios meses para proyectar una nueva nación. Allí se trazaron los primeros lineamientos de lo que hoy es la Argentina.
En 1810, América del Sur estaba dividida en dos bandos: los revolucionarios y, por otro lado, los leales al Consejo de Regencia, llamados “realistas”. Los revolucionarios buscaban más autonomía dentro del sistema colonial hasta que volviera el rey y muy pocos se inclinaban por la independencia al principio. Por eso las juntas se hicieron en nombre de Fernando VII, el rey preso. Sin embargo, cuando los revolucionarios intentaron sumar a los realistas a su determinación, comenzaron las guerras entre ambos bandos, cuyo resultado sería la independencia de los dominios coloniales en América. España no intervino porque se encontraba ocupada por los franceses y luchando por su propia independencia. La guerra no tuvo un mando único, cada gobierno americano siguió sus propias decisiones. La Asamblea de 1813 sin duda es un importante antecedente de la independencia. En la Asamblea, la mayoría revolucionaria era partidaria de declarar la independencia. Sin embargo, no se animaron a dar ese paso, a causa de los acontecimientos que se daban en Europa. En efecto, en 1814, el rey Fernando VII fue liberado justo después de que una confederación de países europeos entre ellos, Rusia, Prusia, España y Gran Bretaña formaran una gran alianza que derrotó a Napoleón. Así, las monarquías absolutistas resultaron grandes ganadores y declararon que cualquier gobierno surgido de una revolución era ilegítimo.
Sin embargo, ya desde 1813 los revolucionarios estaban bien encaminados: Bolívar reconquistó Caracas e instaló la segunda república venezolana; los revolucionarios del Río de la Plata triunfaron en la batalla de Salta sobre los realistas. Y San Martín ya estaba formando el Ejército de los Andes, con el objetivo de liberar los territorios de Chile y Perú.
A fines de 1815, la situación de los revolucionarios era delicada. Venezuela y Colombia fueron reconquistadas por los realistas. Sólo el Río de la Plata seguía en pie, amenazado desde Chile y el Alto Perú. A nivel internacional, la situación era preocupante: Austria, Rusia y Prusia habían formado la Santa Alianza para defender a los absolutismos y apoyaban a Fernando VII en su búsqueda de recuperar su imperio.
En medio de esa gran emergencia, en 1816 las Provincias Unidas decidieron convocar a un nuevo congreso, que se reunió en Tucumán para decidir qué hacer. Todas las provincias de la Liga de los Pueblos Libres (Banda Oriental, Corrientes, Entre Ríos, Misiones y Santa Fe) no lograron participar del encuentro, ya que sus representantes fueron aprisionados por el Directorio unitario instalado en Buenos Aires. Una sola provincia de ideas federalistas pudo hacer llegar a sus representantes: Córdoba. El Congreso se inició el 24 de marzo de 1816 con la presencia de 33 diputados, en una casa en San Miguel de Tucumán, alquilada a Francisca Bazán de Laguna, hoy Monumento Histórico Nacional.
Cabe destacar que, pese a una hegemonía de representantes de todas las provincias partidarias del centralismo porteño, el Congreso expresó en gran parte intenciones federales mantenidas por José de San Martín, Manuel Belgrano y Bernardo de Monteagudo. Luego de acaloradas discusiones, el Congreso del 9 de julio de 1816 proclamó la declaración de independencia argentina respecto de España y de toda otra dominación extranjera:
“Nos los representantes de las Provincias Unidas en Sud América, reunidos en Congreso General… en el nombre y por la autoridad de los pueblos que representamos… declaramos solemnemente que es voluntad unánime e indudable de estas provincias romper los violentos vínculos que las ligaban a los reyes de España, recuperar los derechos de que fueron despojadas, e investirse del alto carácter de una nación libre e independiente del rey Fernando VII, sus sucesores y metrópoli….”
Hoy como ayer frente a los enemigos de adentro y de afuera, nuestros pueblos se debaten frente a escenarios poco favorables, poco propicios. Pero si logramos alcanzar la misma convicción que nuestros mayores tuvieron en aquellos ajetreados días de la proclama del congreso de Tucumán, el objetivo de nuestros mayores se podría cumplir. Tanto el de la independencia de la región de todo poder externo, como el de la unidad política de los países americanos; fundamento básico para la defensa en bloque de toda la región.