Por Leandro Trimarco*
La Alianza
Existen similitudes peligrosas entre el gobierno de De la Rúa y el de Milei. Ambos llegan luego de una larga crisis que tiene harta a la población, ambos tienen serios condicionamientos externos por la deuda, ambos tienen ideas vetustas que jamás funcionaron en ningún país y que venden como novedades, ambos tuvieron como funcionarios a Patricia Bullrich y a Federico Sturzenegger, en ambos casos cometiendo graves delitos en la función pública. Ambos fueron asesorados por Domingo Cavallo a quien publicitaron como una eminencia de la economía a pesar de que solo tiene un prontuario criminal y credenciales de universidades creadas para vender las ideas del neoliberalismo.
Ambos gobiernos tienen una vocación autoritaria y la voluntad de ejercer la violencia contra la población. Ambos se formaron como un frente electoral que reunía lo más reaccionario de la política argentina y que llevó adelante espurias negociaciones por leyes impopulares en el Congreso.
La Alianza cayó luego de intentar hacer pagar a los argentinos una deuda odiosa que el propio De la Rúa infló hasta volverla impagable. Hoy ya no se recortan sueldos como entonces, sino que el mecanismo de ajuste principal es la inflación. Se devalúa y se liberan los precios y así el salario pasa a valer nada. No solo eso, se trata también de que el trabajo esté dominado por el patrón, para lo cual al igual que la Alianza, la Libertad Avanza trata de imponer leyes laborales regresivas. ¿Es posible que Milei llegué a una instancia de crisis como el gobierno de De la Rúa?
El Corralito
El Corralito fue una medida desesperada de un gobierno que iba a caer de todas formas, pero antes del fin causó todo el daño que podía. Concretamente se trató de un decreto elaborado por Domingo Cavallo, que por entonces tenía facultades extraordinarias en su poder, y que restringía la cantidad de dinero que se podía extraer del banco a 250 pesos semanales.
Esta medida buscaba frenar la fuga de depósitos bancarios que se aceleraba hacia fines del 2001 ya que la Argentina no tenía recursos para pagar la deuda externa, y aunque ajustaba cada vez más a la población, la propia falta de dinero de los argentinos hacía caer la recaudación. Todo el que tenía algo de dinero lo retiraba del banco y compraba dólares, lo que hacía que antes incluso del fin de la convertibilidad ya existiera un mercado negro donde el dólar se vendía a $1,20.
¿Qué provocó el corralito? Desde el punto de vista económico, al limitar la cantidad de dinero en efectivo disponible en la economía causó de manera inmediata la ruptura de la cadena de pagos: el comerciante no podía pagarles a sus proveedores y estos no podían pagarles a los mayoristas. Además, al tener menos dinero la clase media y alta, no podían disponer de recursos para pagar a los trabajadores en negro: los cortes de pasto, peluquerías, niñeras, empleados domésticos, toda la economía informal se cayó de un día para el otro profundizando aún más la recesión.
Pero a esto también se le sumó una feroz reacción social: después de todo, restringir la cantidad de dinero que un ciudadano puede usar y de qué manera es un acto que haría sonrojar a cualquier dictadura.
El corralito se decretó el 1 de diciembre del 2001 por un ministro que había enloquecido de poder y a quien le había otorgado facultades extraordinarias para actuar. En tan solo veinte días, se desató la crisis política y social más terrible de la historia argentina. La reacción popular fue severamente reprimida, con un saldo de más de treinta muertos, pero ni así pudo el gobierno restablecer el control de la situación. El 20 de diciembre Cavallo presentó su renuncia echándole la culpa al país sin jamás hacerse cargo de sus desvaríos de tiranuelo liberal. Pocas horas después le siguió De la Rúa, desvariante y cruel, yéndose en un helicóptero.
¿La Justicia?
El 1 de febrero del año 2002, la justicia se entera de que disponer arbitrariamente de la propiedad de los ciudadanos es inconstitucional. La Corte menemista decide, luego de que la población había luchado a sangre y fuego contra la Alianza, que era momento de acomodarse a los tiempos y luego de un fallo que a cualquier aprendiz de abogado le habría tomado veinte minutos, ellos luego de meses de guerra en las calles, suicidios de jubilados, pobreza record, declararon la inconstitucionalidad del corralito financiero.
La realidad es que el fallo no era otra cosa que un guiño a Duhalde, quien había asumido el gobierno luego de la crisis de los cinco presidentes en una semana, y no hacía más que conocer un estado de situación que la población había alcanzado desobedeciendo a las autoridades nacionales.
Lo curioso es que legalmente el corralito cayó después incluso que la convertibilidad. Cuando Duhalde llegó al poder ya saboreaba el precio internacional de la soja y decía que estábamos condenados al éxito. Él y un minúsculo sector de la sociedad, se sobreentiende.
La salida de la convertibilidad terminó en un nuevo fraude contra la sociedad: todos los que tenían dinero en el banco ahora podían disponer libremente de él, pero a todos los que habían depositado dólares se les devolvieron sus depósitos convertidos en pesos, y encima devaluados
La misma corte que declaró inconstitucional el corralito de Cavallo no encontró razones para perseguirlo judicialmente ni a él ni a sus colaboradores, así que, aunque el fallo reconocía lo legal, arbitrario, déspota y abusivo del corralito, también funcionaba como una amnistía para los que lo llevaron adelante.
Los que aprenden ni van a aprender nunca
¿Puede ocurrir un corralito en la Argentina del presente? ¿Puede un gobierno tomar una medida semejante para intentar evitar una corrida cambiaria? Todos los economistas dicen por razones técnicas, que un corralito a lo Cavallo es imposible. Son los mismos economistas que no han acertado ni un solo pronóstico desde el gobierno de Macri.
Las ciencias económicas no están pasando por un buen momento, pero tal vez podamos buscar algunas respuestas en otras áreas de las ciencias sociales.
En principio hay que decir que el gobierno de Javier Milei si tiene un problema de deuda heredado de Macri y que hasta ahora sólo atina a pagar la deuda con el FMI, pidiendo más dinero al FMI. Esa misma receta con el tiempo llevó al estallido del 2001. Pero Milei, al igual que Menem tiene recursos argentinos para vender a precio vil: tienen litio, gas, empresas argentinas, el fondo de Anses, todo eso le puede servir para que su gobierno no caiga por el peso de la deuda pública. Sin embargo, para poder echar mano de esos recursos primero necesita las facultades extraordinarias que el Congreso está por votarle. El arquitecto de la ley Ómnibus que pretende darle a Milei superpoderes que exceden su esfera de gobierno no es otro que Federico Sturzenegger, ex funcionario de la Alianza. Y para reprimir a quien se oponga está Patricia Bullrich, también de la Alianza, que ha hecho un cuidadoso trabajo de adoctrinamiento de las fuerzas de seguridad que poco a poco ha hecho suyos los prejuicios contra la población que no tolera el ajuste.
El gobierno de Milei tienen los mismos asesores que De la Rúa (Cavallo incluido), responde a los mismos sectores empresariales, se alinea internacionalmente bajo las mismas ideas liberales y pero en algo supera a la Alianza: su vocación autoritaria es mucho más clara pero también más torpe para ejercer el poder.
Milei podría retener los depósitos bancarios de la población, no porque vaya a haber una corrida cambiaria sino por una política que el gobierno quiere implementar por capricho: la dolarización.
Cuando cayó Alfonsín en el 89’, Menem eliminó el austral e instauró el peso que tenemos ahora. Pero para hacerlo retuvo todos los activos en australes de la población y los obligó a adoptar la nueva moneda. Para que Milei pueda dolarizar debe destruir primero el poder de compra del peso y obligar a la población a dar el salto hacia el dólar. Según él, esto frenará la inflación ya que no habrá más emisión monetaria lo cual es, a falta de una expresión más suave, una soberana estupidez. Para alguien que cree que la inflación tiene una sola causa, la emisión, será una sorpresa enorme ver cómo los precios en dólares también pueden subir como de hecho ocurre en los EE.UU.
Al gobierno de Milei le sobran pretensiones autoritarias e impudencia. Es liberal y libertario porque ambas palabras suenan, bien, pero le sobre autoritarismo para llevar adelante un corralito. Como dijimos antes, no para evitar una corrida cambiaria, pero si para dolarizar a contramano de la voluntad de la población. Cuenta para ello con los mismos autores intelectuales del corralito del 2001.
No debemos olvidar que el 2001 no fue solo un estallido social sino un punto de quiebre en la historia argentina: el abuso de poder del estado había llegado a su punto máximo.
*Profesor de Historia por la Universidad de Morón